Locos y “locos”

Salía yo del cajero camino del dentista cuando me cruce con un señorín, pintor según me contó el mismo, que en ese momento exclamaba "hay que ver la mala cara que pone la gente"; yo, atento,  le dirigí un "disculpe" pensando que hablaba conmigo. Animado, el hombre empezó a hablarme, tras contar brevemente lo mucho que había viajado y que era pintor, nacido en una bonita población cerca de mi casa; sobre la mala cara que la mayoría de la gente lleva por la calle, caras de tristeza,  mientras hablábamos, él saludaba a todo el que se nos cruzaba que parecían no conocerle. Deduzco que la mala cara de la señora se debió a que este hombre le dijo algo, amable seguramente, pero, aunque nos cueste lo mismo que devolver las palabras con amabilidad, reaccionamos de manera hosca la mayoría de las veces, no todos afortunadamente, sea dicho.
El hombre me habló de su vida, de sus reflexiones, acertadas o no, sobre la gente y se despidió de mi con un "eres simpático, cuídate"; por un momento pensé que me iba a entretener con su verborrea pues yo ya iba tarde, pero no me importaba.
Este es una de esas personas a los que muchos tildarían de locos. Es posible y es posible que piense que todos podemos saludarnos y hablarnos por la calle, aunque sea del clima, que no es necesario mirarnos de arriba abajo y hacer como si no existiésemos. Quizás los locos somos nosotros por ser como somos, por enarbolar la indiferencia y antipatía como nuestra bandera. Quizás deberíamos ser más como este señor, un poquito más “locos”, quizás nos iría mejor. Quizás debiéramos medir más el uso de “locos” y “raros”, pues solamente hay que echar un vistazo a nuestra sociedad para darnos cuenta de que, a lo mejor, estamos más guapos callados.

Me dijo que otro día me invitaría a tomar algo, quizás acepte y aprenda un poquito más de alguien más cuerdo que muchos de los que conozco.

Buena noche