20080130

Interface II. La irrealidad de lo real

Hace tiempo escribí (acceso a la entrada) sobre lo que podría ser un interface que nos permitiese comunicarnos con las máquinas directamente a través de una conexión neuronal que, como podeis leer en dicha entrada, ya está siendo investigada.

En la entrada anterior a esta, mencionaba la posibilidad descrita por Jean Baudrillard de que lo que percibimos no sea más que una simulación tan perfecta que se ha impuesto a la propia realidad, pasando a ser "lo real".

Larga sería la discusión entre quien defienda una u otra postura:  lo que vivimos es real o es una simulación de la realidad. Ninguna de las dos partes posee información suficiente para prevalecer sobre la otra y, como es evidente, los defensores de "lo real" descalificarán inmediatamente a los defensores de "lo simulado",  proclives muchos a no pararse a pensar por un momento en una posibilidad contraria a la que defienden.

¿Por qué no podemos demostrar ninguna de las dos opciones? Básicamente, porque en el supuesto de conseguir una simulación tan real, sería indistinguible de la propia realidad, se tomaría como real y no tendríamos razones para sospechar de lo contrario. Ninguna de las dos partes tendría una referencia externa para apoyar su posición.

Tomemos como ejemplo los sueños. Qué es un sueño sino una simulación que nuestra propia mente crea para mantener su actividad y, puesto que la crea basándose en percepciones y parámetros adquiridos durante la ausencia de sueño, muchos de los sueños que tenemos son recreaciones muy fieles de la realidad: edificios, personas, ambiente e incluso sensaciones. Nuestra mente es la máquina de simular más perfecta que hay.

Algunos de estos sueños, solemos recordarlos cuando nos despertamos e, incluso tenemos la sensación de que lo soñado ha sido real; por un instantes puede pasar que no distingamos aún entre el sueño y el estar despiertos, de hecho conozco un caso de alguien que, en ocasiones, al levantarse y durante unos instantes, sigue percibiendo lo que veía en su sueño, sin distinguir entre el sueño y lo real. Si hemos soñado que estábamos en la playa, recordaremos la brisa, la arena y el calor; si soñamos que volamos, despertaremos con una sensación similar a la que tenemos en una montaña rusa cuando subimos y bajamos, aunque nunca hayamos montado en una. ¿Cómo podemos saber lo que se siente al volar si nunca un ser humano lo ha hecho sin medios artificiales? Quizás la mente es capaz de simular esas sensaciones basándose en lo que si conocemos acerca del mundo, del aire, de los medios de volar artificiales.

Nuestra mente no distingue si es real o no, no sabe de eso, solo procesa información. Está demostrado que el proceso mental no diferencia entre recuerdo y momento actual, por lo tanto tampoco podría distinguir entre "lo real" y "lo simulado" si esto está basado en las percepciones y experiencias reales. Sería como estar en un sueño prolongado de manera indefinida en el que una pondríamos en duda que estábamos en aquella playa o que el volar es inherente a la condición humana.

Sin una referencia externa "lo simulado" pasa a ser "lo real" y por lo tanto, ni unos ni otros, podríamos demostrar lo contrario. La frase continuamente usada "Porque sé que esto es real" pierde todo sentido, evidentemente no pondrás en duda tal cosa si tu mente, que como he dicho no distingue entre recuerdo o realidad, no tiene motivos para dudar; y no los tendrá pues al no distinguir, ignorará tal proceso.

Podemos pensar que podemos distinguir "lo simulado" pues en algún momento estuvimos en "lo real". ¿Y si la simulación empieza justo al día siguiente de dormir plácidamente una noche? ¿y si es tan perfecta que nos conectamos a ella como si fuese un vídeo juego y en ese momento se acabó la referencia externa?

¿Y si nunca hubo un "lo real"? Una vez más, lo simulado es lo real para nosotros. ¿Qué sentido tiene entonces, tan siquiera, plantearse tal diserción? Quizás ninguno o quizás la misma existencia de tal planteamiento sea un indicio de que "lo simulado" puede darse en este mismo momento, pues si se nos ha ocurrido la posibilidad de simular la realidad, es posible entonces que lo hayamos puesto en marcha.

Pero, lo que más me preocupa, y creo que sería la pregunta a hacerse por todos nosotros es: si esto es una simulación que se ha impuesto a lo real, como afirma Baudrillard, ¿que haríamos si en un momento dado tenemos la certeza de ello?

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